Guiños y peajes, Walter Hoefler, Fondo editorial municipal S.D.V., 2015.
Post lectura de este poemario se incurre en dos asociaciones (mas no comparaciones) que son refutables pero necesarias; —primero— lo que hace Hoefler nos recuerda a Jorge Teillier, —segundo— lo suyo es poesía lárica “a la vena”. Dichas asociaciones tienen una base que busca ser sustentable, pero no seré yo quien argumente en pro o en contra. Ahora bien, puntos de encuentro entre ambos se vislumbran claramente, sureños y amigos ¿se necesita más?. Responderé con la obra misma.
En Guiños y peajes deambulamos por un eterno diálogo entre personajes que no dan respuesta y lugares que se dejan observar. Como ejercicio matemático quedaría: guiños igual a personajes divididos por el diálogo entre la lengua misma y la literatura, mientras que, peajes es el resultado obtenido de lares invisibles visitados —o no— por el autor, quien da cuenta del contexto, y su labor de arquitecto, un pseudo-paisajista que no se cansa de configurar fondos y formas. Walter Hoefler invoca autores mediante la confrontación, un coloquio que, inequívocamente, es correspondido en el acto mismo de enunciación. Le guiñe a Enrique Lihn, Ana Istarú, Enrique Valdés, Raúl Ruiz, J.L. Borges, Ernesto Sábato e incluso, desde lejos y a ojos entreabiertos, observa a Mañil Huenu, lonko resistente. Además, paga por la estancia, como él mismo declara, al escribirle a Venecia, Friaul, Cornwall e incluso budapest post caída del muro. Destaco la importancia de comprender que, si bien este poemario es publicado el presente año (2015), el viaje realizado por Hoefler (tanto físico como ficticio) se enmarca en los años 1982 por Falmouth, Istria 1985 y en 1986 por Darmstadt, movimiento que confluyen, proliferan y polimerizan en esta especie de poemario archivado.
Su escritura es (quizás) un acto que le permite atacar de lleno la siguiente carilla que no está escrita, pero que, él sabe, hallará su significado en el próximo paisaje a examinar. “La mente nunca está en blanco/ la página solo presume su blancura” diría Walter Hoefler. Sucede que leerlo es balancearse, caer de boca en el primer poema de Guiños y peajes y subirse de nuevo al columpio que son todos los que siguen.
Por Ítalo Rivera.